domingo, 15 de mayo de 2011

La Vida Doble.



ED Nº 192, Mayo 2011
POR JAVIER EDWARDS, DESDE NUEVA YORK*


En la vasta zona gris
"La vida doble"

Arturo Fontaine, Tusquets, Bs. Aires, Junio 2010, 302 págs.


Arturo Fontaine es un intelectual que no necesita mayores presentaciones. Asimismo, es un escritor que ha ganado el título y reconocimiento a través de una obra poética y narrativa que, si bien no extensa y necesariamente leída en Chile, no es menor y merece amplio respeto. Con anterioridad a su más reciente y tercera novela, La vida doble, publicó Oír su voz, un texto intenso, ambicioso, iconoclasta que cumple los requisitos para convertirse en un libro de culto dentro de lo que se conoció como la Nueva Narrativa chilena y, después, Cuando éramos inmortales, una novela interesante a la que, sin embargo, le faltó la garra, el desenfado social de la primera. En las tres, a la fecha, Fontaine ha dejado en claro que es un escritor relevante, ambicioso, con un lenguaje propio en desarrollo y una mirada que se atreve a escudriñar en las, a veces poco claras, estructuras sociales del Chile contemporáneo.

La vida doble es un texto complejo, no porque sea difícil de leer –la historia fluye, captura la atención del lector casi desde un principio– sino porque se hace cargo de un tema político sensible, ambiguo en el que las circunstancias de la protagonista y su entorno pueden parecer intencionalmente oscuras, políticamente teñidas, una manera solapada de convertir una experiencia histórica traumática para Chile y las víctimas de violaciones a los derechos humanos, en la experiencia individual de aquellos cuyas vivencias personales los pusieron en zonas límites de conflicto donde el significado de las cosas se vuelve ambivalente y la vida, como en el título de Fontaine, doble. Por eso hay que leer con cuidado esta novela y despejar los prejuicios que pueda generar una primera aproximación, separar lo social de lo individual, lo político de lo personal y dejar paso a que la historia de Irene o Lorena (dos nombres para un mismo personaje) hable de su conflicto personal y, a través de él, esa historia individual conduzca a una mirada que nos lleve a entender, releer, repensar la historia reciente de Chile, no con la intención de justificar lo ocurrido bajo la idea de que las contradicciones o conflictos personales quitan gravedad a los abusos cometidos, sino como la fuente de un relato más complejo, lleno de aspectos subterráneos e inconsistencias inevitables en toda experiencia vital.

La tortura es la tortura, Pinochet fue Pinochet, los grupos terroristas hicieron terrorismo y unos y otros lucharon en una guerra desigual, injustificable. Chile ya tiene la historia que ha construido y sólo le queda procesarla, entenderla progresivamente. Y es en ese espacio en el que novelas como La vida doble, escrita desde una mirada de centro derecha liberal, o Jamás el fuego nunca, de Diamela Eltit, con perspectiva de izquierda, uno siente que con un lenguaje literario de excelencia y con gran inteligencia narrativa, nuestros escritores abren sus textos a una representación y exploración de la experiencia que introduce elementos de análisis de una sutileza crítica verdaderamente saludable y más sofisticada que la de textos meramente de trinchera.

Fontaine ha escrito una novela sólida, arriesgada (mucho más que Cuando éramos inmortales) y madura (si la comparamos con Oír su voz, que me parece mejor con el paso del tiempo). La prosa es fluida; el lenguaje preciso y honesto, sin miedo a la crudeza cuando es necesaria; la construcción de su personaje narrador, una voz femenina, está convincentemente lograda; el conflicto psicológico y político de su texto está planteado con inteligencia, ofrece resistencia y obliga a reflexionar. Es un narrador que con sólo tres novelas a cuestas, se instala en la liga de Marín, de Eltit, de Cerda, ampliando el espectro del campo de visión con una sensibilidad distinta, liberal (en sentido político) que le hace falta fortalecer a nuestra sociedad de escritores. De alguna manera, se emparenta con Donoso y Edwards pero, curiosamente, también –y especialmente leyendo La vida doble– siento que incorpora importantes elementos de los primeros. Tuve que leer dos veces esta novela y el resultado es que me alegra profundamente ver el camino narrativo de Arturo Fontaine, escritor.


*Abogado y crítico literario, desde los años 80’ ha colaborado en los diarios La Epoca y El Mercurio (Chile), El Observador (Barcelona) y las Revistas Reseña (Chile) y Quimera (España). Actualmente también dirige la página web Ojo Literario.

No hay comentarios:

Publicar un comentario